Según Urieta Vaquerizo (2004, p. 13) este intento perseguía lograr un mejor reparto del empleo, la riqueza y contribuir a fomentar el desarrollo de las provincias. En este período se produjo un constante aumento de la esperanza de vida: en 1900 era de 31,6 años; en 1940, de 56,1; en 1980, de 76,4; en 2002, de 79,1 (75,3 para hombres y 82,6 para mujeres).
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