A menos de 300 metros de la entrada, siguiendo el camino que indican las señales, se llega a una muralla con una abertura angosta que hace las funciones de puerta de acceso. No menos espectacular son los revisores de las combis (furgonetas) capaces de decir las siguientes diez paradas que hará la furgoneta en el camino con medio cuerpo asomado fuera del vehículo mientras cobran al pasajero que se está bajando y avisan al conductor para que continue.
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