Yo era consciente de que no podíamos jugar así e, incluso lo dije, pero quien mandaba era el entrenador, el húngaro Ferenc Szusza, que tenía una mentalidad distinta a la nuestra y pensó que nos íbamos a salvar jugando alegremente, sin marcajes, ni precauciones. Bajo la promesa de pagar todos los abonos de los socios del Real Madrid de aquella temporada si no cerraba el fichaje, Florentino Pérez pagó la clausula de diez millones de pesetas de la época (60 millones de euros) y el 1 de julio del año 2000, ya como presidente del Real Madrid, lo presentó con el «10» estampado en su camiseta y de la mano de don Alfredo Di Stéfano, lo que supuso el arranque de la era de «Los Galácticos» y el que fue en ese momento el traspaso más caro de la historia del fútbol.
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